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En todo el mundo, los desafíos para las mujeres bautistas siguen siendo inmensos. Esa realidad se abordó de manera profunda durante la reciente Conferencia Internacional Bautista sobre Educación Teológica en Nassau, Bahamas. Personas bautistas de todo el mundo, quienes ejercen en la academia, pastorado y liderazgo, se reunieron para explorar formas de re-imaginar y releer la historia de la mujer en la iglesia.
Fui invitada a responder a una de las ponencias magistrales sobre la espiritualidad y las acciones de una importante líder bautista japonesa, Akiko Matsumura. Nacida en 1917, Matsumura experimentó una cantidad significativa de sexismo y racismo. Tenía más de 50 años cuando encontró su verdadero lugar en el ministerio, lo que me hizo preguntarme:
- ¿Cuánto más podría haber hecho ella si hubiera podido encontrar su verdadero lugar cuando tenía 20, 25 o 30 años?
- A pesar de que ella vivió en el siglo anterior, ¿cuántas mujeres bautistas de todo el mundo siguen luchando para superar los mismos obstáculos que ella enfrentó?
- ¿Qué podemos hacer como personas líderes en la educación teológica, para ayudar a las mujeres bautistas a florecer a una edad temprana, de tal manera que puedan invertir sus vidas y energías en sus llamados y vocaciones ministeriales, en lugar de invertirlas en sobrevivir ambientes adversos en sus comunidades de fe?
- ¿Podemos re-imaginar una nueva manera de ser bautistas, una más inclusiva, para que todas las mujeres puedan florecer?
La experiencia de Matsumura sugiere varios puntos que considero básicos para el empoderamiento y la igualdad de las mujeres bautistas en todo el mundo.
Matsumura cultivó una espiritualidad sólida y una relación profunda con Dios, las cuales se convirtieron en su ancla cuando luchaba en su caminar de la fe. La espiritualidad debe de ser una fuente de estímulo y empoderamiento para la gente cristiana. Sin embargo, mi experiencia es que muchas mujeres bautistas luchan con su espiritualidad debido a la clase de Dios que se les ha presentado.
“¿Podemos re-imaginar una nueva manera de ser bautistas, una más inclusiva, para que así todas las mujeres puedan florecer?”
En mi trabajo como profesora de teología y directora ejecutiva del Instituto Cristiano para Líderes Latinas (Christian Latina Leadership Institute), he escuchado innumerables historias de mujeres que sienten que Dios está en su contra. Me puedo identificar con ellas, porque en un momento de mi vida también sentí que Dios estaba en mi contra como mujer líder. ¿Cómo es esto posible? ¿De dónde sacan esta idea las mujeres? ¿Quién les enseñó esto? ¿Quién las hizo sentir así?
La perspectiva que una persona tiene de Dios es muy poderosa. ¿Cuál es la imagen de Dios que estamos presentando a nuestras mujeres y hombres bautistas? ¿Es una en la que Dios ama y se interesa en ambos, mujeres y hombres, por igual? ¿Es una en la que Dios llama y empodera a hombres y mujeres por igual? ¿Es una donde Dios tiene la soberanía de llamar a quien quiera, hombre o mujer, a cualquier ministerio, ya sea ordenado o laico? Desafortunadamente, muchas veces a las mujeres se les enseña lo contrario.
Uno de los problemas principales que impide el florecimiento de las mujeres bautistas en todo el mundo, es las interpretaciones patriarcales de las escrituras que presentan a Dios como que ama y favorece más a los hombres que a las mujeres. Es devastador para las mujeres escuchar una y otra vez que, de acuerdo con el diseño de este Dios, son ciudadanas de segunda categoría y apéndices de la vida y las historias de los hombres.
Si estos conceptos se presentan y afirman utilizando la biblia como una herramienta de poder, es difícil para las mujeres desafiarlos debido a la percepción de que al hacerlo van en contra de Dios. ¿Y quién quiere estar contra Dios? Frente a estas circunstancias, las mujeres se quedan calladas, paralizadas y pierden todo su poder de acción.
Esta visión de Dios eventualmente encuentra expresiones en los asuntos prácticos de la iglesia, tales como pastorear, predicar, enseñar, bautizar o servir la Santa Cena. Como este Dios parece favorecer a los hombres sobre las mujeres, estas tareas sagradas son reservadas sólo para los hombres. Tal exclusión de las mujeres no sólo es devastadora para ellas y para la iglesia, sino también para el futuro del testimonio del Evangelio. Si a las mujeres no se les permite servir en todas las áreas del ministerio, ¿cómo es que la próxima generación de mujeres y hombres verá y apreciará modelos de mujeres que sirven con poder en el liderazgo y ministerio?
“Mi responsabilidad es servir fielmente en mis círculos de influencia, para así aliviar la opresión que mis hermanas bautistas y las mujeres en general están experimentando en todo el mundo”.
El desafío de traer igualdad a las mujeres bautistas alrededor del mundo continúa siendo inmenso. De hecho, salí de la conferencia sintiéndome abrumada.
Sin embargo, me sentí agradecida de recordar que Dios sigue siendo Dios, y que yo sólo soy su ayudante. Como tal, necesito hacer mi parte, especialmente porque he recibido tanto por gracia de Dios. A través de mi educación y experiencias, he llegado a creer firmemente que Dios está a mi favor, no en mi contra, y por lo tanto necesito compartir estas buenas nuevas.
En consecuencia, mi responsabilidad es servir fielmente en mis círculos de influencia para aliviar la opresión que mis hermanas bautistas, y las mujeres en general, están experimentando en todo el mundo. Este servicio puede ser a través de mi trabajo como mujer teóloga en una disciplina históricamente dominada por los hombres. Puede ser a través de la enseñanza y el diálogo con mis estudiantes, mujeres y hombres en una variedad de entornos, para ayudarles a ver que tanto las mujeres como los hombres pueden servir igualmente a Dios y a la iglesia. Puede ser al ayudarles a comprender que los llamamientos personales están basados en la soberanía de Dios y en la voluntad del Espíritu Santo (I Corintios 12:11, 18) y no en el género de una persona. Puede ser a través de una conversación informal y personal, en la cual puedo bendecir a una hermana más joven con una palabra de aliento y liberación.
Todas estas tareas y oportunidades son formas de abrir la imaginación de quienes me rodean, a una nueva manera de ser bautista, una más inclusiva, para que todas las mujeres bautistas y todas las mujeres en todos los lugares puedan florecer, tan temprano en sus vidas como sea posible.
Al re-imaginar una nueva manera de ser bautistas, ¿qué puede hacer usted en su parte del mundo bautista? ¿Qué prácticas necesita desafiar dentro de sus círculos de influencia? ¿Qué nociones y prácticas inclusivas puede promover?
Si bien es cierto que la tarea es inmensa, nuestro Dios trino es aún más grande. Y estoy tan agradecida que, para este Dios, nada es imposible (Lucas 1:37).