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En mi rincón del mundo, la gente sigue interesada en la película Coco, especialmente después de que fue nominada a un premio Oscar en la categoría de mejor película animada. Personalmente, comencé a pensar en esta película de nuevo debido a la reciente muerte de mi mamá.
Coco narra la historia de un pequeño niño llamado Miguel, miembro de una familia que, debido a conflictos previos, decidió eliminar de su vida cualquier tipo de música. El problema es que Miguel se siente llamado a ser músico. Lo lleva en su sangre, y, de hecho, su vocación es tan fuerte que decide establecer en un lugar secreto de su casa, un espacio donde toca su guitarra, y donde aprende de músicos del ayer. Cuando su abuela descubre a Miguel tocando su guitarra, ella destruye el instrumento. Este evento impulsa a Miguel a buscar tanto una guitarra nueva, como formas de vivir su vocación como músico. Esta búsqueda ocurre tanto en el mundo de la gente viva como de la muerta. Al visitar el área de la gente muerte, Miguel descubre un importante secreto familiar que finalmente le permite regresar a la tierra de la gente viva, y devolver la paz y la música a su familia.
Desde una perspectiva mexicana general, la película capta bien las tradiciones culturales y nociones religiosas de mucha gente mexicana. De hecho, familiares y amistades me compartieron que la película fue muy bien recibida en México. El estreno mundial ocurrió en México el 2 de noviembre, día en que mucha gente mexicana observa el Día de los Muertos, como una oportunidad para recordar y honrar a sus antepasados. Aquí es importante resaltar que en México la mayoría de la población es católica, y que su catolicismo, en cierta medida, representa un sincretismo particular que incluye conceptos cristianos, tradiciones culturales y religiones nativas del tiempo anterior a la conquista.
Desde una perspectiva protestante, esta película presenta desafíos. El principal está relacionado con la cosmovisión que muestra la película, la cual es una, donde las personas muertas regresan al mundo de la gente viva, y una persona viva (Miguel) puede viajar al área de la gente muerta. En esta cosmovisión, las personas muertas siguen viviendo, siempre y cuando la gente viva en la tierra les recuerden. Si la gente viva los olvida, eventualmente experimentarán la muerte eterna. Debido a estas perspectivas, algunos pastores evangélicos prohibieron o desanimaron el ir a ver esta película.
Sin embargo, la película presenta también algunas oportunidades de aprendizaje. Aquí están algunas cosas a considerar:
Dado a que la cultura dominante de los Estados Unidos de América tiende a degradar, ridiculizar y/o ignorar la cultura y perspectivas mexicanas, aplaudo la decisión de Disney de enfocar esta cinta en la cultura, valores, y personajes mexicanos/as. En la película, todas las personas son de piel morena, y ninguna persona anglosajona es la más inteligente, quien resuelve los problemas, o el héroe o heroína de la historia.
Si bien es cierto que la cosmovisión de la cinta representa un desafío para las personas protestantes, la película también presenta algunos valores positivos. Uno de ellos es la importancia de la familia, la cual aparece en la película como una prioridad de vida. No importa cuán rica, famosa o exitosa pueda ser una persona, si la familia no comparte y celebra estos éxitos con ella, la persona no podrá sentirse satisfecha o realizada.
Además, la película destaca la importancia de hacer las paces con la familia, a través de saber lo más que se pueda sobre su pasado. A menudo, parientes que han fallecido continúan estando presentes, no en forma corporal, sino a través de recuerdos y dinámicas familiares que hemos heredado de ellos/as. Como vivimos en sistemas familiares que tienden a repetirse, tanto en lo bueno como en lo malo, la parentela pareciera quedarse a nuestro alrededor, afectando nuestras vidas. Por un lado, las características heredadas que son buenas, deben de ser celebradas y cultivadas. Por otro lado, las características malas deben de ser desafiadas al: 1) tomar conciencia de estas dinámicas nocivas; 2) adquirir conocimientos sobre patrones de comportamiento alternativos y positivos; y 3) implementar cambios en nuestras vidas. Todo esto requiere honestidad y valor para enfrentar nuestras verdades familiares. A veces hay secretos de familia, como en el caso de Miguel, que una vez que salen a la luz, liberan a la familia y le permiten vivir una vida más plena y feliz.
Un segundo valor que es importante destacar es la idea de seguir tu sueño. El sueño de Miguel era ser músico, pero para convertirse en uno, tendría que superar muchas barreras. Sin embargo, persistió hasta que abrió el espacio para lograr su sueño. Como mujer bautista en el ministerio, inmediatamente me identifiqué con el dolor y la frustración de Miguel cuando su familia y su comunidad le dijeron que no podía ser músico. Su persistencia me inspiró porque muchas veces he escuchado que porque soy mujer no puedo predicar, enseñar o estar en el ministerio. Sin embargo, con la bendición de Dios y mucha persistencia, aquí estoy, haciendo lo que Dios me ha llamado a ser: una mujer en el ministerio.
Además de estos dos valores, la película invita a la persona cristiana protestante a aprender sobre cosmovisiones diferentes, para así poder ser más efectiva al compartir el evangelio. En la película, las personas tienen vida eterna mientras sean recordadas por la gente viva. Si son olvidadas, eventualmente experimentarán la muerte eterna. Cuando sufrí la muerte de mi mamá, recordé esta noción, y pensé: me da mucho gusto que la vida eterna de mi mamá no depende de mi memoria, sino de la memoria de Dios. Dios es quien recuerda a quienes han recibido salvación a través de Jesús, y cuyos nombres están registrados en el cielo (Lucas 10:20). ¡Éstas sí son buenas nuevas, de verdad!
Además, el conocer las cosmovisiones de otras personas nos permite encontrar puntos de conexión con quienes piensan diferente a nosotros/as. Si se abordan de una manera sabia y cuidadosa, estos puntos de conexión pueden convertirse en un verdadero diálogo y, eventualmente, en una oportunidad para compartir el evangelio.
Si bien es cierto que películas como ésta presentan desafíos, también creo que pueden proporcionarnos aprendizajes positivos. Esto me recuerda al apóstol Pablo, quien invitó a la gente cristiana de su tiempo a examinarlo todo y retener lo bueno (1 Tesalonicenses 5:21). Además, en Atenas, Pablo modeló un ministerio donde se involucró seriamente con la cultura de las otras personas, con la finalidad de encontrar puntos de conexión que lo condujeran a compartir efectivamente el evangelio (Hechos 17: 16-34).
A pesar de los desafíos, estoy agradecida por la película Coco porque ofrece una oportunidad enriquecedora para meditar, evaluar, y apreciar aún más, los tesoros que tenemos en nuestra fe cristiana.