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Este año ha sido interesante para mí. Debido a diversos compromisos como conferencista o a encuentros personales con algunas amistades, he estado aprendiendo sobre asuntos/inquietudes que apasionan a la gente y que les llevan a comprometerse con ciertas causas sociales. Estas interacciones me enriquecieron de diferentes maneras y también me desafiaron. Me sentí inspirada por lo apasionado de estas personas, con humildad debido a mi falta de conocimiento sobre algunos temas, y ávida de aprender más. En general, me sentí agradecida por la oportunidad de intentar caminar en sus zapatos.
Durante ese mismo tiempo, estuve trabajando en una serie de conferencias sobre la unidad cristiana, las cuales tenía que exponer en uno de los seminarios locales aquí en San Antonio, Texas. En preparación para estas conferencias, revisé nuevamente el libro Ecumenism means you, too (en español Ecumenismo significa tú, también), escrito por mi buen amigo y colega Steve Harmon. En este libro, Harmon ofrece diez sugerencias prácticas que las personas cristianas pueden seguir para promover la unidad cristiana (pp. 55-70).
Una de estas sugerencias indica que después de cimentarse profundamente en las raíces de su propia denominación, es bueno adoptar una segunda denominación. Harmon, un teólogo bautista, describe cómo él ha tomado la tradición anglicana como su segunda denominación. Al observar y comparar su propia denominación con otra, los objetivos son que las personas cristianas aprecien más el carácter distintivo de su propia denominación, enriquezcan su espiritualidad y eclesiología, y obtengan una buena preparación para servir a la iglesia local y universal (pp. 64-67). En resumen, al adoptar una segunda denominación, se convertirán en mejores personas cristianas.
Al considerar todo esto, pensé, ¿y qué de la posibilidad de adoptar un asunto social diferente, el cual por alguna razón no ha sido prioridad para mí? Nuestras inquietudes con ciertos asuntos sociales representan una parte profunda de nuestro ser. Nuestro compromiso para combatir un asunto particular puede haber surgido debido a nuestras propias experiencias dolorosas con el mismo o las experiencias de alguna persona amada. Independientemente de la forma en que descubrimos o abrazamos esos asuntos sociales, los considero un llamado sagrado que Dios ha puesto en el corazón y la mente de una persona.
Estas inquietudes sociales son un regalo para la iglesia y para el mundo. A menudo un ministerio comienza en nuestras iglesias debido a la inquietud apasionada de un/a miembro en particular, que es capaz de despertar el ímpetu de una iglesia local completa para combatir este asunto específico. Tal vez hemos leído o visto cómo una inquietud personal se convirtió en una comunal, eclesial, que con el tiempo trajo una transformación positiva a nuestro mundo quebrantado y herido.
Sin embargo, a veces estas inquietudes sociales pueden llegar a ser tan intensas y enfocadas que es difícil para una persona ver más allá de ellas. Esto es común debido a nuestra visión, perspectiva y recursos limitados. Es en estos momentos que necesitamos recordar que tenemos un llamamiento a existir en comunidad, y que somos mejores personas cristianas y miembros de iglesia cuando vivimos y servimos dentro de la misma.
El apóstol Pablo usó una imagen significativa para describir a la iglesia: el cuerpo de Cristo. Como tal, la iglesia está formada por muchos miembros que tienen diferentes funciones. Todos estos miembros son partes necesarias del cuerpo, y deben trabajar en armonía para que éste pueda estar sano para cumplir sus funciones y alcanzar sus metas de ser sal y luz en este mundo, para la gloria de Dios (I Corintios 12). Si tenemos un llamado a vivir en comunidad, como el cuerpo de Cristo, y si es cierto que todas las inquietudes sociales, apasionadas, representan algo sagrado y son un don a la iglesia y al mundo, ¿cómo podemos ejercer una buena mayordomía de todos estos dones?
En cuanto a nuestras propias inquietudes sociales, necesitamos abrazarlas, aprendiendo más de ellas y encontrando maneras productivas de trabajar con ellas. Todo esto debe hacerse con la esperanza de transformar nuestro mundo quebrantado y hacer que el Reino de Dios sea más visible aquí en la tierra. Respecto a las inquietudes sociales de las demás personas, necesito reconocer que de la misma manera que mis preocupaciones son extremadamente importantes para mí, las inquietudes de las otras personas son igual de importantes para ellas.
Por lo tanto, si queremos vivir en comunidad, necesitamos encontrar maneras de apoyar a toda la membrecía de la iglesia en su peregrinaje individual, para cumplir con su llamado sagrado a enfrentar una cuestión social específica. ¿Cómo hacemos eso? Escuchando intencionadamente (historias e inquietudes), aprendiendo sobre el tema que apasiona a la otra persona, y apoyándonos mutuamente de tal manera que nos convirtamos en verdaderos aliados/as. Esta alianza incluye sostenerse mutuamente en oración, así como ayudar a desarrollar las conexiones y recursos en esta área de ministerio.
Ahora, reconozco que somos seres humanos limitados, y que como tales tenemos tiempo, energía y recursos limitados. Por lo tanto, reconociendo que no es factible que una persona se involucre realmente en todos los asuntos sociales, y siguiendo el ejemplo de Steve Harmon, al menos debemos considerar la posibilidad de adoptar una cuestión social adicional, la cual debido a diversas razones no ha sido nuestra prioridad.
Dado a que existen tantos asuntos sociales, me he puesto como meta el adoptar una inquietud social nueva y diferente cada año. Esto significa que voy a ser intencional al leer sobre este tema, al aprender de gente afectada por este asunto social, y al conectarme con personas y organizaciones que tienen esta inquietud como su enfoque principal de servicio. En otras palabras, intentaré tanto como sea posible el caminar en sus zapatos. Le invito también a considerar maneras en que usted pueda intentar caminar en los zapatos de alguien más. Al hacerlo, nos enriqueceremos mutuamente, y en consecuencia, seremos mejores miembros de iglesia, personas aliadas y acompañantes en el camino, habitantes del mundo y testigos/as del amor de Dios.