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Normalmente soy bastante consciente del uso de mis palabras, pero esta semana pasada recordé particularmente el poder que éstas pueden tener en la vida de una persona.
Mi semana empezó con un hermoso correo electrónico de una ex alumna, en el cual describía el gran impacto que tuvo en su vida el haber asistido al entrenamiento del Instituto Cristiano de Liderazgo para Latinas (Christian Latina Leadership Institute), y cómo se sintió motivada al observar a la facultad (en su mayoría mujeres latinas que son grandes líderes en sus áreas de especialización). En seguida, pasó a compartir sobre mi propia influencia en su vida. y me preguntó si podía ir a mi oficina para hablar más sobre esto.
Ya en mi oficina, me contó sobre una pregunta que le hice durante el entrenamiento del CLLI, y cómo ésta le abrió un nuevo mundo de posibilidades y sueños. La pregunta fue: ¿planeas ir a un programa de maestría después de la universidad?
Me comentó que provenía de un contexto hispano en Texas muy particular, donde el adquirir una educación más allá de la preparatoria era algo inaudito tanto para su familia como para sus amistades. En este contexto, las y los consejeros de las escuelas preparatorias suelen disuadir a estudiantes de origen latino de la idea de ir a la universidad. Desafortunadamente, un gran número de estudiantes escuchan alguna versión de esto: “No tienes la capacidad para ir a la universidad, deberías encontrar alguna otra cosa que hacer”. Debido a este ambiente, después de su graduación de preparatoria, su meta, y la de sus jóvenes amistades latinas, era solamente el progresar laboralmente dentro de los restaurantes de comida rápida.
A la luz de estos antecedentes, se asombró por mi pregunta sobre un programa de maestría. Había sido tan difícil llegar a la universidad, que un programa de maestría parecía casi imposible. Sin embargo, mi pregunta continuó dando vueltas en su mente y corazón. Soñando ahora con la posibilidad de seguir un posgrado, empezó a trabajar más arduamente en sus estudios. Eventualmente comenzó su maestría, y pronto se graduará con muy buenas calificaciones.
Después de escuchar su historia, permanecí en silencio por un momento, y luego comencé a llorar mientras repetía su nombre un par de veces, y le decía: “Mírate, mira a la latina tan brillante en la que te has convertido. No podría estar más orgullosa de ti”.
Continuamos la conversación, y luego me compartió sus planes para solicitar admisión a un programa doctoral. La alenté nuevamente, diciéndole lo inteligente que es y cuánto puede contribuir a su campo de estudios y a la comunidad latina. Luego procedí a darle consejos sobre el proceso de solicitud para programas doctorales, y sobre cómo tener éxito una vez que esté en uno. (Conversación usada con permiso).
Más adelante en la semana, recibí otro correo electrónico de un estudiante latino, el cual ya tiene su maestría. Me agradecía también por animarlo en sus estudios.
Como si esto no fuera suficiente, pasé el fin de semana en el entrenamiento del Instituto Cristiano de Liderazgo para Latinas en Carolina del Norte. Estuve encantada de participar en la última sesión de las estudiantes, porque pudimos trabajar juntas en sus reflexiones finales de integración y aplicación. De nuevo escuché sobre el impacto de las palabras, y cómo la facultad había animado a estas estudiantes a creer en sí mismas, aumentar su autoestima y sentirse empoderadas. Algunas mencionaron que, debido a este impacto, habían empezado nuevos estudios a diferentes niveles.
Si el impacto de las palabras positivas, buenas y alentadoras es poderoso, el impacto de las palabras negativas, malas y crueles es igual de poderoso. Sólo puedo imaginar cuántos sueños y vidas de estudiantes de grupos minoritarios a nivel preparatoria, han sido destrozadas por las palabras de maestros/as y consejeros/as imprudentes que les han condenado a una vida de bajos logros y pobreza.
La Biblia es clara sobre el uso apropiado de las palabras:
- La muerte y la vida están en poder de la lengua. (Proverbios 18:21)
- La lengua apacible es árbol de vida. (Proverbios 15:4)
- Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; Mas la lengua de los sabios es medicina. (Proverbios 12:18)
- Panal de miel son los dichos suaves; Suavidad al alma y medicina para los huesos. (Proverbios 16:24)
- Manzana de oro con figuras de plata, es la palabra dicha como conviene. (Proverbios 25:11)
- Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. (Efesios 4:29)
- Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal. (Colosenses 4:6)
Finalmente, Santiago 3:1-12 nos alienta a tener cuidado con las palabras que usamos porque éstas pueden ser tan destructivas como un fuego poderoso.
Las palabras positivas son como un árbol de vida, un panal de miel, sal, o manzanas de oro que traen sanidad, edificación, beneficio, gracia y vida. Las palabras negativas son como espadas dañinas o fuegos que destruyen la vida y provocan la muerte.
El uso de las palabras es importante para cualquier persona, pero especialmente para quienes ocupan puestos de autoridad, y como consecuencia, tienen la posibilidad de derribar o construir la vida de alguien. En el caso de la niñez y juventud, creo que los padres y madres son los principales generadores de autoestima. Pastores/as, maestros/as y consejeros/as también juegan un papel vital en el desarrollo positivo o negativo de estas vidas jóvenes. Debemos tener cuidado con lo que decimos. Si le dice a un niño/a o joven, “sí, sí puedes”, lo creerá. Si le dice lo contrario, “no, no puedes”, también lo creerá.
Que Dios nos ayude a tener cuidado con nuestras palabras, ya que éstas pueden ser una fuente de vida o muerte para otra persona. Al concluir mi conversación con esta estudiante latina y desearle lo mejor en su futuro programa doctoral, le pedí que recordara de dónde venía y cómo somos parte de una cadena. Le dije que un día alguien me animó a mí, y luego más adelante yo la animé a ella, y ahora le estaba dando la responsabilidad y el privilegio de continuar con esta cadena de ánimo y aliento. No es tan difícil; sólo debemos ser intencionales al recordar que siempre podemos encontrar y afirmar algo bueno en una persona. Estas palabras harán una gran diferencia en la vida de ésta, su círculo de influencia y, eventualmente, en todo el mundo, a medida que más y más personas compartan palabras de gracia y vida. ¡Unámonos a esta causa!