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Si bien el domingo de resurrección fue celebrado hace algunas semanas, el calendario litúrgico continúa marcando que la gente cristiana sigue viviendo en la temporada de la resurrección. Para las personas cristianas como yo, que fuimos enseñadas a celebrar la resurrección por un domingo, este tiempo adicional (siete semanas) ofrece la posibilidad de continuar reflexionando en este evento y su significado para nuestras vidas personales y comunitarias.
Ciertamente la resurrección está vinculada a nuestra esperanza futura. Recuerdo el himno que dice: “Porque él vive, triunfaré mañana”. Si bien este mañana triunfante pudiera representar literalmente el día de mañana, tal vez debido a una teología espiritualizada y marcada por una perspectiva celestial, yo veía esta resurrección poderosa como algo ligado a mi futuro a largo plazo en el cielo.
Si bien es cierto que la resurrección tradicionalmente nos hace pensar y desear este futuro celestial, esta temporada extendida representa una invitación para meditar en la resurrección no solamente como algo que tiene implicaciones a largo plazo para nuestras vidas, sino también inmediatas.
El hecho de que la celebración de la resurrección continúa más allá de un domingo en particular caracterizado por música, flores, ropa y comida especiales, apunta a lo significativo de este evento para nuestras vidas diarias. Por lo tanto, debemos de vivirlo en la tensión del aquí y el ahora y del futuro que está por venir. Esto implica que debemos disfrutar realmente los efectos de la resurrección en nuestra vida presente, esperar algo mejor en la consumación final de los tiempos, y mientras tanto trabajar para que el Reino de Dios se acerque y la voluntad de Dios sea hecha en la tierra así como en el cielo (Mateo 6:10).
El desafío entonces es considerar lo que esto significa concretamente para el aquí y el ahora. ¿Cuáles son las implicaciones de vivir en el presente como personas de la resurrección?
Para algunas gentes cristianas, esta idea de vivir de acuerdo al poder de la resurrección puede ser algo atemorizante. Si nos sentimos de esta manera, necesitamos reconocer que no somos las primeras personas en experimentar este miedo. De acuerdo a los manuscritos más antiguos del evangelio de Marcos, este libro termina con la historia de las mujeres que se llenaron de miedo al saber sobre la resurrección.
Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca… Mas él les dijo: No os asustéis, buscáis a Jesús nazareno… ha resucitado… Pero id, decid a sus discípulos… Y ellas se fueron huyendo del sepulcro, porque les había tomado temblor y espanto; ni decían nada a nadie, porque tenían miedo (Marcos 16:5-8).
Después de esta conclusión original, dos finales adicionales fueron agregados al evangelio de Marcos, los cuales se conocen como el final corto y el final largo.
Si el final original hubiera permanecido como el único, creo que no me hubiera inquietado mucho. Si bien no es el final más glorioso, ni el más exacto pues la historia continuó, hubiera estado bien conmigo porque me puedo identificar con estas mujeres y su terror y espanto.
De hecho, creo que estas mujeres tuvieron una reacción bastante normal. Jesús había sido crucificado como un criminal. Había soldados en el lugar de su muerte y en su sepulcro. Por supuesto que ellas iban bastante temerosas al acercarse a la tumba. Y encima de esto, encuentran la tumba vacía y a un hombre de apariencia angelical diciéndoles que necesitaban compartir estas noticias con el resto de la gente que seguía a Jesús. ¿Pueden imaginar el espanto de estas mujeres?
¿Qué se suponía que debían de hacer? ¿Qué les pasaría si compartían las noticias? ¿Serían silenciadas por las autoridades? ¿Las matarían como a Jesús?
Estas grandes noticias requerían acción, pero dadas las perspectivas del futuro, ellas optaron por callar.
A veces siento que quiero actuar de la misma manera. Si reconozco públicamente que tengo una nueva pieza de información, que he sido testiga de un milagro en mi vida, o que Dios me está llamando a un principio nuevo, entonces tengo que hacer algo al respecto. Ya que se sabe, permanecer callada y pasiva no es una opción.
Las mujeres se paralizaron ante el poder de la resurrección, pero no permanecieron así por mucho tiempo. El final corto y el largo del evangelio de Marcos, y los otros evangelios, dan testimonio de esto. Eventualmente ellas compartieron las buenas nuevas, y empezaron a vivir de acuerdo a éstas.
La época de la resurrección nos ofrece una oportunidad de reflexionar y empezar a actuar de acuerdo al poder de ésta. ¿Qué áreas de mi vida Dios busca transformar? ¿Qué cambios me está llamando Dios a hacer?
Esto pudiera sonara para algunas personas como propósitos de Año Nuevo. ¿Cambios? ¿Transformaciones? Si bien es cierto que me gusta el Año Nuevo y cualquier resolución que venga con éste, la realidad es que me gusta mucho más la época de la resurrección. La razón es que está llena de esperanza debido al poder que se encuentra en la resurrección de Jesús. Representa no solo buenas intenciones, sino que involucra el empoderamiento que solo Jesús y el Espíritu Santo pueden traer a nuestras vidas.
Hace unos años, mi antiguo pastor, Judson Edwards, predicó un poderoso mensaje durante el domingo de resurrección. Nos aseguró que por cada cruz en nuestras vidas, existe una resurrección. Como en ese tiempo estaba pasando por una situación difícil, el sermón me dio un sentido de esperanza. No estaba segura sobre cómo la resurrección se haría presente en esta situación, pero eventualmente lo hizo.
Para las mujeres del evangelio de Marcos, la resurrección significó tanto el reconocer el acto poderoso de Dios, como la decisión de vencer el temor y actuar.
¿Qué significa para nosotras/os? ¿Qué áreas de nuestra existencia necesitan vida nueva? ¿Será la transformación de una relación personal donde límites más claros necesitan establecerse? ¿Será una decisión financiera que me llama a detener el sabotearme a mí misma y mi futuro económico, y el empezar a vivir de una manera diferente? ¿Será un sueño nuevo o antiguo que necesito recuperar y volverlo realidad? ¿Será el involucrarme en un problema social en mi comunidad y modelar una nueva vida basada en los valores del Reino de Dios?
La temporada de la resurrección continúa por las próximas tres semanas. Dios nos ayude a reflexionar en nuestras cruces/heridas y en las posibilidades de resurrección. Puede que nos dé temor el pensar en esto, y todavía más miedo el considerar tomar una acción, sin embargo necesitamos recordar que “Porque él vive, triunfaré mañana”. ¡Amén!