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Hace dos semanas la parte central de México experimentó una serie de terremotos. El más perjudicial ocurrió el 19 de septiembre, exactamente en el aniversario 32 del terremoto de 1985. Aunque hubo muchas similitudes entre los dos terremotos, también hubo diferencias. Esta vez, gracias a Dios, el número de gente muerta fue menor. Debido a la televisión por cable y las cadenas especializadas en noticias, la cobertura fue constante, principalmente en los canales hispanos. La otra diferencia fue la extensa cobertura que personas regulares proporcionaron a través de las redes sociales.
A pesar de que era agonizante el estar viendo tantas noticias, las veía cada vez que podía. Al hacer esto, aprendí mucho sobre los esfuerzos de rescate durante los terremotos.
Una de las cosas que me llamó la atención fue la forma en que rescatistas trataban de descubrir si había gente bajo los escombros. Uno de los métodos que usaron fue traer al sitio afectado un sensor de tamaño considerable que funciona como un termómetro que detecta y diferencía la temperatura de un cuerpo humano y la de los escombros. Si en un área determinada la temperatura cambia, significa que hay un ser humano bajo los escombros; una mujer o un hombre que está atrapado, luchando, y con la esperanza de que alguien vaya a remover los escombros, para que puede ser liberado.
Al observar este proceso de hallar y preservar la vida, no pude evitar el pensar que tal vez como seres humanos necesitamos un sensor similar. A veces pareciera que padecemos un adormecimiento, que nos incapacita para reconocer que existe una vida humana bajo los escombros producidos por dinámicas sociales nocivas, tales como el racismo, clasismo, sexismo y otros “ismos”. Allí hay un ser humano real, como usted y yo, creado a la imagen de Dios, que está atrapado, luchando, y tiene la esperanza de que alguien le ayude a remover los obstáculos, para que así pueda ser libre para vivir en plenitud.
¿Puede sentir la temperature …?
¿Puede sentir la temperatura cambiando cada vez que una persona negra, morena o blanca, dobla una rodilla al escuchar el himno nacional? ¿Puede sentir que sus acciones están apuntando a todo un grupo de personas que están sufriendo opresión y obstáculos debido a dinámicas racistas y clasistas que las están enterrando vivas? ¿Puede sentir que hay vidas humanas, vidas humanas negras, esperando que se eliminen los obstáculos para que puedan experimentar la vida en plenitud? Un rescatista gritaría aquí: “¡Hay vida real bajo los escombros, hay que eliminar los obstáculos!”.
¿Puede sentir la temperatura cambiando cada vez que los jóvenes soñadores/as, quienes reciben protección bajo DACA, enfrentan amenazas de deportación? ¿Puede sentir que son seres humanos reales que están luchando por preservar la única vida que han conocido desde que eran criaturas pequeñas? ¿Puede sentir su miedo a ser abruptamente separados de sus familias, amistades y comunidades de aprendizaje y servicio? ¿Puede sentir que esperan que los obstáculos sean removidos para que puedan experimentar la vida en plenitud? Un rescatista gritaría aquí: “¡Hay vida real bajo los escombros, hay que eliminar los obstáculos!”.
¿Puede sentir la temperatura cambiando cada vez que una mujer sufre al enfrentar tradiciones, comentarios y dinámicas sexistas? ¿Puede sentir cómo está siendo enterrada cada vez que escucha: “Sólo porque eres mujer no puedes hacer esto o nunca podrás lograr eso?”. Y si esta mujer es morena o negra, entonces está siendo enterrada no sólo por el sexismo, sino por una complicada combinación de sexismo, racismo y clasismo. ¿Puede sentir que ellas son seres humanos reales, hechas a la imagen de Dios, que viven con la esperanza de que se eliminen estos obstáculos para que así puedan vivir en plenitud, siguiendo cualquier camino al cual Dios las está llamando? Un rescatista gritaría aquí: “¡Hay vida real bajo los escombros, hay que eliminar los obstáculos!”.
¿Puede sentir la temperatura cambiando en Puerto Rico debido al huracán María? Si bien es cierto que todas las víctimas de los recientes huracanes (Harvey, Irma y José) han sufrido, me queda claro por las noticias y los relatos de amistades que la respuesta a las víctimas de María ha sido muy lenta. ¿Puede sentir la temperatura cambiando en esta isla donde hay muchos seres humanos, sí, seres humanos morenos que son ciudadanos estadounidenses, creados a la imagen de Dios, y que están muriendo debido a un increíble e inexplicable reparto lento de agua, comida y medicamentos? (A estas alturas, la única manera de explicar esta lentitud es a través de un análisis racial y político que requiere más espacio que el permitido para esta columna). Un rescatista gritaría aquí: “¡Hay vida real bajo los escombros, hay que eliminar los obstáculos!”.
¿Puede sentir la temperatura cambiando debido a que una persona miembro de su iglesia está enterrada bajo la depresión, una adicción, el estrés financiero, una enfermedad o una relación quebrantada? Un rescatista gritaría aquí: “¡Hay vida real bajo los escombros, hay que eliminar los obstáculos!”.
Cada vez que rescatistas en la Ciudad de México percibían signos de vida bajo los escombros, se movilizaban para obtener más información. Una forma de lograr esto era requiriendo el silencio de las muchas personas que estaban observando y ayudando. Si el líder del equipo levantaba su puño, esto significaba una solicitud urgente de silencio. Fue impresionante ver la escena en la televisión; de repente todo el mundo seguía al líder, levantando los puños, permaneciendo en silencio y poniendo mucha atención. Estaban tratando de escuchar sonidos, tal vez una voz débil o un pequeño golpe indicando que ciertamente había un ser humano enterrado vivo bajo los escombros. A menudo estos sonidos conducían a los cuerpos de rescate a la dirección y acciones correctas.
¿Podemos sentir la temperatura cambiando alrededor nuestro? ¿Podemos sentir que hay seres humanos muy cerca, creados a la imagen de Dios, que están siendo enterrados? Si no podemos, tal vez debemos guardar silencio y poner mucha atención para así poder escuchar sus historias de sufrimiento debido a condiciones espirituales, sociales, económicas y/o físicas que nos son desconocidas. Tal vez una boca callada y un oído atento nos llevarán a la dirección y acciones correctas.
¿Puede sentir la temperatura cambiando a su alrededor? ¿Puede oír a Jesús, el rescatista divino? Está gritando: “¡Hay vida real bajo los escombros, mis hijas e hijos amados están siendo enterrados, hay que eliminar los obstáculos!”.
“De cierto les digo que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos y hermanas más pequeños, por mí lo hicieron”. (Mateo 25:40)