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Hace algunas semanas noté que los árboles del frente de mi casa habían experimentado algo de crecimiento debido a la primavera. Desafortunadamente, parte de las nuevas ramas estaban cubriendo una señal de alto, lo cual creaba un peligro vial. Inmediatamente decidí hacer algo al respecto, así que saqué una escalera, algunas tijeras para arbustos y un serrucho.
Todo iba muy bien, hasta que noté un par de abejas volando a mi alrededor. Esto no me disuadió de terminar el proyecto. Sólo pensé: “Necesito poner mucha atención a las abejas, para así evitar una picadura”. A medida que avanzaba, continué moviendo la escalera según fuera necesario, para así poder alcanzar nuevas ramas que requerían una buena podada. Estaba tan concentrada en mi proyecto y en evitar a las abejas, que no puse atención a la superficie. Moví la escalera una vez más, subí dos escalones y seguí trabajando. De repente, comencé a sentir algo en mis piernas, picándome. Accidentalmente había puesto la escalera en un hormiguero.
Al bajar rápidamente de la escalera, me dije a mí misma: “No puedo creer que estaba poniendo tanta atención a las avispas que estaban arriba de mí, que no puse atención a lo que sucedía debajo de mí”. Quité las hormigas de mis piernas y tenis, moví la escalera de nuevo, y continué con mi proyecto. Sin embargo, esta vez fui muy intencional al poner atención a todo mi alrededor. Me di cuenta de que no podía asumir nada.
Mientras terminaba mi trabajo, pensé: “¡Qué gran lección!” (Como escritora y oradora pública, me sentía agradecida por haber encontrado una nueva ilustración, aunque dolorosa). A menudo asumo cosas en la vida. Asumo que todo está bien con las personas y relaciones que son importantes para mí, y lo que es peor, frecuentemente las doy por sentadas.
Pensé en tres tipos de relaciones que proporcionan una base sólida para mi vida, y que nunca debo de dar por sentadas. Incluso si estas relaciones parecieran estar en buen estado en el presente, no debo de suponer que no pueden mejorar. Necesito seguir trabajando en ellas para hacerlas más fuertes, profundas y significativas.
Relaciones divinas. Cuantas veces yo, y sospecho que muchas otras personas cristianas también, damos por sentada nuestra relación con Dios. Si bien es cierto que Dios nunca cambia, los seres humanos sí lo hacemos. Tenemos la posibilidad de cambiar nuestro nivel de cercanía con nuestro Dios Trino. Puede disminuir, o dichosamente, también puede aumentar y así volver la relación mucho más profunda y significativa. A medida que crecemos en nuestra relación con el Dios Trino, nos anclamos más firmemente al puerto correcto. Una relación profunda con Dios, quien nos creó, nos proporcionará una noción firme de nuestra verdadera identidad y llamado. Una vida conectada a Jesús nos ofrecerá una nueva vitalidad y fortaleza. Él mencionó: “Porque separados de mí, nada podéis hacer” (Juan 15:5). Una relación profunda con el Espíritu Santo nos empoderará para continuar con nuestro peregrinaje por esta tierra, a pesar de cualquier desafío. Como personas cristianas, sabemos que nuestras vidas, para ser completas, dependen de la relación con nuestro Dios Trino. Todavía así, a menudo damos por sentadas estas relaciones fundamentales, y las descuidamos. Las relaciones saludables y fructíferas en nuestra vida espiritual son la clave para una buena interacción en las siguientes dos áreas.
Relaciones personales. Ésta es otra área donde a veces podemos dar por sentadas relaciones fundamentales con familiares y amistades. Cuántas veces he escuchado a personas mencionar: “No tenía idea de que esto estaba sucediendo en mi propia casa” o “esto fue completamente inesperado”. ¿Lo fue? ¿Estábamos poniendo atención a nuestras personas más cercanas? ¿Escuchábamos atentamente sus mensajes verbales y no verbales?
Relaciones de trabajo y ministeriales. Como líderes, a veces damos por sentada a la gente de nuestro equipo. Tendemos a enfocarnos tanto en terminar un proyecto o en alcanzar nuevas metas, que nos olvidemos de estas personas que proveen el trabajo de base para que así podamos alcanzar nuevas alturas. Esta dinámica puede llegar a ser mucho más peligrosa si nuestro trabajo depende de gente voluntaria. ¿Estamos poniendo atención a las necesidades, sueños y esperanzas personales, profesionales o ministeriales de nuestro equipo?
Estas tres clases de relaciones nunca deben de darse por sentadas. Necesitan ser cultivadas y nutridas de una manera intencional.
Aquí vale la pena reconocer que cada categoría de relaciones pertenece a un ámbito diferente, y tiene un nivel diverso de importancia en nuestras vidas. Sin embargo, todas son significativas en su espacio y a su manera. Además, si bien es cierto que cada relación requiere tiempo, atención y buenas intenciones, nuestras vidas hoy en día parecieran estar marcadas por la falta de tiempo y una abundancia de distracciones, que conducen a relaciones superficiales y carrereadas.
En mi caso, creo que todas mis relaciones podrían beneficiarse de esfuerzos por comunicarme mejor (verbal y no verbalmente, escuchando y hablando) y expresar más gratitud e interés en las personas. Estas acciones representan un buen comienzo para mí. ¿Y qué de usted?
Volviendo a mi ilustración original de podar arboles, ¿percibe a algunas hormigas que pudieran estarse subiendo en la escalera de su vida? El suelo puede parecer firme y seguro, pero piénselo bien, ¿realmente lo es?
Si no es así, ¡no espere más! ¡Ponga atención y sea intencional con sus acciones! ¡Nunca dé por sentadas las relaciones fundamentales que sostienen, nutren y fortalecen su vida!