Nora O. Lozano
Traducido por Cristina Rodríguez Alejandro
An English version is available here.
Este próximo lunes 2 de noviembre, las hermanas bautistas de todo el mundo conmemorarán el Día Mundial de Oración de las Mujeres Bautistas. Este año se cumple el 65o aniversario de esta celebración y las mujeres meditarán sobre el tema: “Levántate y resplandece” basado en Isaías 60:1.
El programa de este año representa un llamado a reflexionar, orar y ofrendar. Las peticiones de oración proceden de las diferentes uniones continentales e involucran diversas necesidades como la fortaleza espiritual, la esperanza, la salud física, la estabilidad política, la seguridad, el bienestar económico y diversos problemas sociales y de justicia.
Me imagino a mis hermanas bautistas en diferentes partes del mundo orando tanto en sitios formales, tales como iglesias, como en lugares informales, por ejemplo: casas, plazas, por el río o bajo un árbol. Me las imagino tomando café, té, chía u otras bebidas nativas. Me gustaría poder realizar un vuelo rápido por todo el mundo para visitar tantas reuniones de oración como me fuera posible.
Tengo conocimiento de este día de oración desde que era niña. Mi madre solía hacer reuniones de oración en casa, donde amigas de la iglesia oraban toda la tarde y luego disfrutaban un café y un postre. A medida que voy creciendo, este día se ha convertido para mí no solo en un día para orar con y por las mujeres bautistas de todo el mundo, sino también en un día para recordar y dar gracias por las mujeres importantes en mi vida.
Hace poco, mientras compartía mi jornada de liderazgo en el entrenamiento de Mujeres Latinas en Liderazgo (Latina Leadership training) que se llevó a cabo en la ciudad de Monterrey, México, tuve la oportunidad de reflexionar y dar gracias por una de estas mujeres significativas en mi vida: Hortencia (Tencha) Morales. Soy un producto del Auxiliar de Niñas y del Auxiliar de Señoritas. De hecho, estoy orgullosa de ser una Reina regente (quienes conocen sobre estas organizaciones saben la importancia de este título). A veces pienso que sería lindo agregar este título a otros que también son importantes; sin embargo, sé que algunas personas que desconocen estas categorías pensarían que me he vuelto loca si vieran mi firma oficial como Nora O. Lozano, Doctora en Teología, Doctora en Divinidad, Reina Regente.
Hortencia Morales era la consejera del Auxiliar de Niñas y la que me inspiró a hacer mis pasos en ese programa. Pero era mucho más que eso; ella fue una verdadera modelo y mentora. Cuando llegó a mi iglesia tenía alrededor de treinta años. Fue la primera mujer en el ministerio con la que tuve una relación cercana. Esto ocurrió hace aproximadamente cuarenta años y ahora me doy cuenta que es admirable el que ella hubiera podido conseguir un puesto ministerial pagado justo después de haber terminado sus estudios de seminario.
Por los siguientes diez años, ella fue también mi pastora. Años más tarde me di cuenta de que durante su estadía en mi iglesia, yo no tuve ninguna relación significativa con ninguno de los pastores varones porque no la necesitaba; ella era mi pastora. Definitivamente nunca habría pensado en llamarla pastora; su verdadero título era misionera. La ordenación o el título de pastora era inimaginable para ella debido a su género.
Como misionera, se le asignó trabajar con niñas y mujeres jóvenes, así como plantar iglesias. Ella llevaba a cabo todas sus actividades con gracia, gozo, amor y excelencia. Además, para mí era claro que el ministerio de plantación de iglesias era un verdadero desafío para ella, para su equipo de trabajo y para la nueva iglesia.
Los líderes de la iglesia seleccionaban un lugar y entonces ella comenzaba a tocar puertas con el fin de encontrar a una familia que estuviera dispuesta a tener un estudio bíblico en su hogar. Después de un tiempo, el grupo crecía y finalmente estaba listo para ser organizado como iglesia. Una vez que el grupo alcanzaba este nivel de madurez eclesiástica, ella se tenía que retirar y un pastor varón tomaba su lugar. Esta separación forzada era dolorosa, tanto para el grupo como para ella. Al poco tiempo, a ella se le asignaba otro lugar y el proceso comenzaba de nuevo. Sé de esto porque fui testigo de este proceso; yo solía ayudar en estas actividades de plantación de iglesias.
Todo el proceso requería trabajo arduo y generaba sentimientos encontrados. En su momento no podía verbalizar estos sentimientos, pero ahora los veo con claridad y, como era de esperarse, me asusté cuando sentí un llamado al ministerio. Las únicas opciones que conocía para las mujeres eran como misioneras o como esposas de pastor. Gracias a Dios, personas sabias me aconsejaron que mi primer llamado era a estudiar y que en el momento correcto Dios aclararía mi misión/llamado, y así fue.
Con el tiempo, ideas patriarcales imperaron en el liderazgo de la iglesia y Tencha se fue a servir en otra iglesia y ciudad. Poco después, y por razones similares, yo también dejé esa iglesia. Nos mantuvimos en contacto a través de los años hasta que ella murió de cáncer tras cumplir cincuenta años.
Con los años, mi agradecimiento por la vida y el ministerio de Tencha sigue aumentando. Ella me guió a través de circunstancias difíciles y peleó por mí batallas marcadas por cuestiones de género. Desafió a personas que cuestionaban mis habilidades de liderazgo como mujer y les ayudó a ver más allá de los papeles tradicionales para los hombres y las mujeres. Murió muy joven, dejando un inmenso vacío en la vida de muchas personas, tanto de mujeres como de hombres. Si ella hubiera vivido más tiempo, creo que hubiera estado orgullosa de la mujer y de la líder/sierva que he llegado a ser.
La película clásica En un lugar del corazón, termina con una poderosa escena donde Edna, el personaje principal, se encuentra en el servicio de una iglesia junto a personas importantes en su vida, tanto vivas como muertas. Como el título de la película lo dice, este encuentro significativo sucede solo en el corazón. Al prepararme cada año para el Día de Oración de las Mujeres, siento que algo similar sucede en mi corazón, al recordar a las muchas mujeres bautistas que han sido fundamentales en mi vida. Algunas todavía están aquí, otras se han ido con Dios, pero en mi corazón todas están presentes. En mi versión personal de Hebreos 11 (el salón de la fama de la fe bíblica), ellas tienen un lugar muy especial. Juntas me ayudaron a convertirme en la mujer que ahora soy y, por este hecho, estaré siempre agradecida.
Así pues, el próximo lunes voy a orar por las peticiones de oración del programa y voy a dar gracias por las mujeres importantes en mi vida. Además, voy a orar para que los jóvenes, hombres y mujeres, puedan encontrar su propia Tencha Morales y puedan ser bendecidos como yo lo fui. Por último, voy a orar para que quienes somos ahora las personas adultas, podamos tener la sensibilidad y la disposición de ser un o una Tencha Morales para las nuevas generaciones. ¡Amén!
Esta traducción es posible gracias al Departamento de Lenguas Modernas de la Universidad Bautista de las Américas (Baptist University of the Américas) en San Antonio, Texas.