Hasta Dios, después de trabajar arduamente para completar la creación, disfrutó de un día de descanso.
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Ya estamos a la mitad del segundo mes de este año y todavía estoy evaluando el año pasado, y planeando el 2016. ¿Qué puedo hacer mejor? ¿Cómo puedo pulir algunas áreas de mi vida?
Esta reflexión surgió en parte por una clase que enseño con otro profesor cada semestre: Personal Dimensions of Leadership (Dimensiones Personales del Liderazgo, en español). Consiste de catorce temas que afectan la vida personal y el desarrollo de un/a líder. El tono de la clase es preventivo e invita a aprender de cada tema, a familiarizarse con las vulnerabilidades propias y a encontrar maneras de lidiar con ellas.
Cuando presento la clase a los/as estudiantes, les explico que es un curso diseñado para lograr una vida saludable. Si lo toman en serio, les dará la oportunidad de desarrollar habilidades esenciales que les serán de provecho el resto de sus vidas.
Me encanta enseñar esta clase porque me da la oportunidad de aprender de las experiencias de las/os estudiantes, así como de evaluarme a mí misma. A través de los años, he sido muy consistente con mis áreas de desafío: la salud física y el balance ente mi vida profesional/ministerial y personal. A medida que nos acercamos a estos temas, respiro profundo porque estoy consciente de lo que viene.
Con respecto al tema de la salud física, una doctora nos enseña sobre los puntos básicos a los que debemos poner atención, tales como el comer bien, dormir suficiente, hacer ejercicio, controlar el peso, mantener niveles saludables de colesterol y presión sanguínea, y realizar los exámenes anuales de salud. Por lo general, hay una o dos áreas que requieren mi atención.
Normalmente soy yo quien enseña sobre el tema del balance. A pesar de que conozco este material bastante bien, temo a mi propia evaluación en esta área; siempre hay algo que cambiar.
En una nota más positiva, siempre me siento agradecida por esta oportunidad semestral de trazar un plan de acción más productivo. A fin de cuentas, lo veo como una tiempo de gracia, lleno de recordatorios, segundas oportunidades y nuevos comienzos.
Ambos temas se incluyen dentro del área de cuidado propio/atención personal. Si bien la búsqueda del cuidado personal es una meta importante, fácil para algunas personas, para otras es más difícil ya que el camino para lograrlo es intrincado pues es personal, delicado y representa todo un desafío.
Es personal porque requiere conocimiento de sí mismo/a. ¿Qué necesito? ¿Soy una persona introvertida o extrovertida? ¿Cuántas horas de sueño necesito para funcionar apropiadamente, y lo que es más importante, para disfrutar de la vida? ¿Cuáles son mis mejores hábitos alimenticios, de peso y de ejercitación? ¿Cuál es mi historial médico, el de de mi familia, y mis áreas vulnerables? ¿Qué me está tratando de decir mi cuerpo? ¡Aquí la honestidad es algo indispensable!
El cuidado personal puede ser delicado pues involucra percepciones y expectativas individuales y organizacionales que en ocasiones chocan entre sí. Parte del dilema reside en que se puede abusar del cuidado personal. Beth Kanter dice que una manera de abusar de éste es el tratar de lograrlo por medio de comportamientos que no son saludables; por ejemplo, el intentar aliviar situaciones estresantes tomando cafeína en exceso o abusando de los tranquilizantes. En lugar de eso, es importante desarrollar maneras saludables de lidiar con el estrés, como el ejercicio.
Kanter comparte que otra forma de abusar del cuidado personal es el usarlo como una manera de evadir el trabajo y las responsabilidades. Por consiguiente, ella anima a sus lectores/as a considerar el impacto de sus prácticas de cuidado personal en la organización y en su propia reputación. ¿Crean éstas más estrés en el equipo de trabajo y, eventualmente resentimiento contra usted? ¿Se le considera como una persona que realmente se cuida a sí misma o como un haragán? El cuidado personal adecuado debe guiarnos a un aumento eventual de rendimiento y realización tanto a nivel personal como organizacional.
Una tercera forma de abusar del cuidado propio, menciona Kanter, es el ignorarlo: “pensar que tiene que sacrificarlo todo por su trabajo para obtener resultados”. Esta forma es común para las personas que están en el ministerio.
A veces el ignorar el cuidado propio puede ser alimentado por nuestro amor por el ministerio. En mi caso, me apasiona tanto lo que hago, que puedo hacerlo todo el tiempo pues seguido no se siente como trabajo. Sin embargo, debo recordarme a mí misma que seguir este tren de vida me va a matar (literalmente), más temprano que tarde.
Puede ser que otras personas ignoren el cuidado personal porque experimentan un complejo mesiánico que las hace sentirse indispensables. Sienten que si no están presentes, el ministerio no se hará y el mundo se caerá a pedazos. Si bien es cierto que todas las personas somos necesarias, nadie es indispensable; solo Dios, Jesús y el Espíritu Santo.
¿Cómo podemos lidiar con las complejidades del cuidado propio? Kanter sugiere que honremos lo que es sagrado a nuestro alrededor. Como personas cristianas podemos fácilmente identificarnos con esta línea de pensamiento. Por un lado, si vemos nuestro trabajo/ministerio como sagrado, como un regalo de Dios, lo haremos de la mejor manera posible, dedicándole nuestra mejor esfuerzo. Aquí no hay lugar para usar el cuidado personal como excusa para no hacer nuestro trabajo, porque aun y que tenemos jefes terrenales, en realidad trabajamos para Cristo (Colosenses 3:23).
Por otro lado, ¡también nuestros cuerpos y familias son sagrados! Son un regalo del mismo Dios al que servimos (1 Corintios 6:19; Salmos 127:3), y como tal Dios se complace cuando les honramos al tener un buen cuidado de ellos.
Por último, el cuidado personal es un desafío porque, una vez que discernimos lo que necesitamos y nos damos cuenta que nuestros hábitos de cuidado personal son una manera responsable de aumentar nuestro rendimiento y realización organizacional y personal, éste demandará un nuevo curso de acción. Pedirá cambios, y el cambio es difícil. Además, requerirá disciplina para mantener estos cambios.
El cuidado personal es complejo, pero gracias a Dios tenemos buenos modelos dentro del cristianismo. Dios disfrutó de un día de descanso después de trabajar arduamente para completar la creación (Génesis 2:1-3). Jesús asimismo descansó, y después continuó enseñando, sanando y haciendo milagros (Mateo 14:23; Marcos 7:24).
Muchas veces a las siervas y siervos les gusta tener versículos bíblicos enmarcados que les exhorten a hacer más, a trabajar más, y a sacrificar más. Sin embargo, un versículo que quizá debemos de recordar más seguido es aquel en el que Jesús invita a sus discípulos a descansar: “Vengan conmigo ustedes solos a un lugar tranquilo y descansen un poco” (Marcos 6:31, NVI).
Si bien el camino al cuidado personal es intrincado, creo que es la única manera de prosperar en nuestras vidas personales y ministeriales. Personalmente, es el camino que me permitirá mantenerme saludable y ofreciendo una presencia/contribución continúa al ministerio y a la familiar que tanto amo.
Esta traducción es posible gracias al Departamento de Lenguas Modernas de la Universidad Bautista de las Américas (Baptist University of the Américas) en San Antonio, Texas.